La hucha de barro

La hucha de barro

La hucha es un objeto que ha estado presente desde que la humanidad se rige por la necesidad de salvaguardar la riqueza y de «esconder» el dinero en efectivo para evitar llevar grandes cantidades encima. Los lugares donde se escondía el dinero eran muy variados y dependía del uso que se le quería dar, es decir, aquel dinero destinado a los gastos diarios era guardado en sitios accesibles, mientras que aquel que se quería guardar para utilizarlo en un futuro más lejano y aumentar la riqueza podía ser ocultado en otros sitios como jardines, pozos, paredes, en el suelo, etc. Los objetos utilizados para guardar el dinero también eran muy variados como baúles, cofres, sacos, barriles, cajas o piezas elaboradas de cerámica, vidrio, cuero, madera…

Esta necesidad dio lugar a la creación de la hucha: recipiente cerrado con una hendidura en la parte superior por donde introducir las monedas, pero lo suficientemente estrecha para que se no puedan sacar a no ser que se rompa o se extraigan por otro espacio habilitado para ello y así evitar romper la hucha. Este recipiente puede ser elaborado con diferentes materiales que han ido evolucionando con el paso del tiempo, así como con diferentes formas, siendo la más conocida la de «cerdito». No obstante, las huchas más comunes eran las elaboradas con barro.

El ahorro no es algo que solo practicasen los adultos, ya que los niños también eran introducidos en este arte. La finalidad de enseñar a los niños a ahorrar no es la cantidad que introducen en la hucha o lo que son capaces de ahorrar en un tiempo determinado, sino introducirlos en el mundo de los adultos para que aprendan a prevenir y proveer, a guardar el dinero que se ha obtenido y no se ha gastado para cuando sea necesario.

En 1880 se produjo la institucionalización del ahorro escolar gracias a su legitimación legal, en 1911 surgieron las Mutualidades Escolares de Previsión, siendo obligatorias desde 1919, y con la promulgación de la Ley de Educación Primaria en 1945 se establecía, en el artículo 8, que una práctica adecuada tenía que ser «ejercitar a los alumnos en el ahorro, la previsión y el mutualismo».

Durante el franquismo también se celebraba el Día del Domund que consistía en que los niños salían en determinadas horas del colegio con una hucha de barro que representaba a aquellas personas más necesitadas del mundo («negritos», «indios», «japoneses», «chinos»…) con el objetivo de recaudar dinero para estas personas. Por tanto, se puede concluir que la historia de la hucha está ligada al ahorro y en enseñar a los niños y niñas esta virtud, siendo considerada parte de la educación financiera.

María Dolores Molina Poveda