Lápices

Ayúdame lapicero a hacer limpia mi tarea,
ya te saqué buena punta, tengo abierta la libreta;
en ella cada cuadrito es un hoyo de sembrar,
cada letra una semilla, que el lápiz plantando va.
Ayúdame lapicero, las planas son mi labor
los renglones son los surcos, y yo soy el sembrador.
Cuando acabe el primer año tengo que saber leer,
esa será mi cosecha y quiero que se dé bien.

Si preguntamos por objetos comunes en las aulas, quizá uno de los primeros que se nos vienen a la cabeza son los lapiceros: Lapiceros de grafito, lapiceros de colores, lapiceros de dos colores usados para corregir, lapiceros con la tabla, lapiceros con el extremo mordido, lapiceros a los que se sacaba punta repetidamente, lapiceros con goma en el extremo, lapiceros que se aprovechaban hasta lo imposible, y lo contrario, lapiceros con muñecos, lapiceros objeto de souvenir de museos…

El lápiz ha sido, y es, una herramienta fundamental en la historia de la educación mundial, desempeñando un papel crucial en el aprendizaje, la enseñanza y la alfabetización. Primero se descubrieron las posibilidades del grafito para escribir. Hacia 1760, la pareja Simonio y Lyndiana Bernacotti fueron los primeros en crear lo que probablemente fue el diseño para el moderno lápiz de carpintero con cuerpo de madera; sin embargo, su versión era chata, ovalada, un tipo de lápiz muy compacto. Tras su popularización en el siglo XVIII, el lápiz se convirtió en un medio versátil para escribir, dibujar y esbozar ideas, aunque por su precio no fue accesible para todos hasta casi el siglo XX.

Su facilidad de uso lo hicieron ideal para las aulas, donde sustituyeron a los pizarrines, que usaban los que empezaban a escribir, y la tinta y las plumillas que empleaban los más adelantados. A diferencia de la tinta, el lápiz ofrecía la posibilidad de corregir errores fácilmente gracias al borrador. El lápiz democratizó, por tanto, el acceso a la escritura y a otras habilidades básicas. Al ser económico, permitió que estudiantes de distintas clases sociales tuvieran una herramienta para adquirir habilidades básicas como la lectura y la escritura y el cálculo. Esto fue crucial durante los movimientos que hicieron obligatoria la enseñanza primaria desde mediados del siglo XIX y que buscaban combatir el analfabetismo y fomentar el desarrollo social.

Aunque las herramientas digitales han transformado las aulas, el lápiz sigue siendo un elemento clave en la educación. Tras unos años en que la escritura a mano fue parcialmente sustituida por el uso de dispositivos electrónicos, se ha comprobado que escribir a mano implica mecanismos psicomotores y neurológicos complejos importantes para el aprendizaje y la memoria. La escritura manual activa áreas cerebrales más amplias y favorece una mayor interacción cortical, lo que mejora la memorización y comprensión de los conceptos por lo que, en sus diversas formas, los lapiceros seguirán siendo un elemento común en las aulas.

Carmen Sanchidrián Blanco

  • DIMENSIONES: Aprox. 19cm
  • CONTEXTO CULTURAL: Siglo XVII a hoy
  • MATERIAL/SOPORTE: Madera, mina de grafito, arcilla y agua
  • FABRICANTE: Numerosos en todo el mundo