Las Escuelas de Magisterio de Málaga en El Ejido

Los primeros espacios que se destinaron en Málaga a la formación de maestros, en 1846, y de maestros y maestras en 1862, estaban en el edificio de San Telmo. Las condiciones en que allí se desarrollaba la actividad docente fue preocupante desde su apertura, pero, en 1942, casi un siglo más tarde, el alcalde Pedro Luis Alonso Jiménez mandó una carta al Ministro de Educación Nacional, explicándole que dicho edificio se encontraba en un estado totalmente ruinoso y que le gustaría llevar a cabo el proyecto del Sr. Conde de Guadalhorce en los solares denominados “El Egido”, actualmente “El Ejido”. Sin embargo, este proyecto no llegó a realizarse y hubo que esperar hasta 1955, cuando se licitó un nuevo proyecto, por Decreto de 13 de mayo de ese mismo año, para la construcción de las Escuelas del Magisterio, tanto la masculina como la femenina, en el lugar anteriormente indicado.

El presupuesto inicial incluía la construcción de dichas Escuelas Normales, sus anejas, salón de actos, gimnasio y capilla por un total de 10.627.841,79 ptas. Así pues, se dispusieron tres partidas presupuestarias para los años 1955, 1956 y 1957.

Todo apuntaba a que el edificio estuviese terminado para 1957 o 1958, pero hasta el 28 de abril de 1961 no se inauguraron la Escuela Técnica de Peritos Industriales y la Escuela de Maestría Industrial junto con las Escuelas del Magisterio Femenino y Masculino acudiendo Franco a ese acto. Los edificios habían sido engalanados con banderas y colgaduras, y frente a la Escuela Técnica se hallaba formada la Tuna de Peritos Industriales, que interpretó varias canciones.

Después de la ceremonia de bendición por parte del obispo coadjutor, Emilio Benavent, el Jefe del Estado se dirigió a las Escuelas de Peritos Industriales, donde fue recibido por el Ministro de Educación Nacional, Rubio García-Mina; el director general de Enseñanzas Técnicas, Millán Barbany; el director del centro, Martín Tejerizo y profesores.

El edificio constaba de tres plantes y estaba dividido en partes iguales para ambas Escuelas del magisterio. La Escuela Masculina tenía, además, la Escuela Graduada Aneja con ocho clases y todos sus servicios y contaba con ocho aulas con capacidad cada una para cuarenta alumnos, laboratorio, salón para la estancia de los alumnos y otro para profesores, además de un seminario de pedagogía y una biblioteca muy cuidada de unos 10.000 volúmenes. La terraza del edificio era realmente espléndida, quizás la mayor de la ciudad, según se publicaba en el periódico Sur de la época. En este espacio cursaban sus estudios 120 alumnos oficiales y 200 libres.

En la Escuela Femenina cursaban sus estudios 260 alumnas oficiales y 200 libres. Disponía de ocho aulas, para unas cuarentas alumnas, y un espacio que podía albergar hasta 110. Había cuatro aulas generales, una de Ciencias, una de Dibujo, una de Labores y otra de Música. Disponía igualmente de un laboratorio de Física y Química.

El 24 de septiembre de 1964 a través de una Orden Ministerial las Escuelas de Magisterio de cada provincia quedaron refundidas en una sola, aunque seguía existiendo la división por sexos. Esta Orden reducía el número de profesores en una materia, habiendo un único profesor por disciplina, con la única excepción del Profesorado de Formación del Espíritu Nacional y de Educación Física.

A raíz de la disposición transitoria segunda de la Ley 14/1970 de 4 de agosto, las Escuelas Normales se integraron en las Universidades como Escuelas Universitarias. Debido a ello, por Decreto de 25 de mayo de 1972, pasaron a llamarse Escuelas Universitarias del Profesorado de Educación General Básica, dependiendo de la Universidad de Granada, y que la Universidad de Málaga no se crea, por Decreto 2566/1972 de 18 de agosto, hasta pasado unos años, momento en el cual la Escuela quedó adscrita a dicha universidad. A partir de entonces, estas Escuelas quedaron sujetas, a todos los efectos, a las normas del Estatuto de esta Universidad.

Con el fin de dirigir y atender al desarrollo de su incorporación a la Universidad, la Dirección General de universidades e Investigación nombró una Comisión Gestora de integración. Esta comisión tenía como objetivo asesorar en aspectos como la elaboración de los planes de estudios de cada Escuela Universitaria del Profesorado de E.G.B., organización, en colaboración con los Institutos de Ciencias de la Educación y los departamos de la Universidad, de cursillos de perfeccionamiento y trabajos de investigación, entre otros.

Durante los siguientes años se produjo un punto de inflexión en la formación de los futuros maestros y maestras. El curso 1971-1972 fue el último en el que el alumnado pudo matricularse en los planes de estudios que estaban vigentes hasta entonces, comenzado a implantarse progresivamente en el curso 1972-1973. La primera promoción de diplomados terminó en 1974-1975. Estos nuevos planes de estudios fueron elaborados por las propias Universidades siguiendo las pautas que marcaba el Ministerio de Educación y Ciencia. Debido a la adscripción de las Escuelas del Magisterio a las universidades, para acceder se requería haber superado el Curso de Orientación Universitaria (COU) o estar habilitados legalmente para los estudios universitarios. La formación duraba tres años y disponía de diferentes itinerarios (Filología, Ciencias Humanas y Ciencias). Con el plan de 1977 se añadieron las especialidades de Preescolar y Educación Especial, implementadas en Málaga en el curso 1979-1980.

Si en los años sesenta, cuando se inauguró, el edificio acogía a 780 alumnos y alumnas, veinte años más tarde los estudios de magisterio eran cursados por un total de 2.700 alumnos y alumnas. El Ministerio de Educación y Ciencia era consciente de que ese aumento era superior a las posibilidades de empleo que la sociedad les podía ofrecer. Por ello, reunidos en Comisión Permanente en mayo de 1981 establecieron que la absorción de graduados en esas Escuelas, no solo en Málaga, sino en el resto del país, iba a reducirse drásticamente por dos circunstancias: en primer lugar, porque se había alcanzado la escolarización total de la población en edad escolar obligatoria, y en segundo lugar, porque el número de niños de edad escolar obligatoria iba a disminuir ligeramente en los próximos años como resultado de la reducción de la tasa de natalidad. Por ello, se aprobó un Real Decreto sobre el acceso a las Escuelas Universitarias de Formación del Profesorado, argumentado dos razones principales: La primera, la garantía del adecuado encauzamiento de los estudiantes y el reconocimiento de todos aquellos que estaban capacitados para iniciar los correspondientes estudios y, la segunda, que la distribución entre las distintas opciones educativas debía ser armónica para dotar al país de profesionales en las distintas facetas de la actividad racional, dando así respuesta a una demanda diversificada según las necesidades de la sociedad.

La Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de E.G.B. se reunió en Junta de Centro y aprobó la implantación de las mencionadas pruebas, desarrolladas por la Orden de 30 de julio de 1981, reiterando la masificación del centro, así como la insuficiente preparación de algunos alumnos que accedían a ella. Durante el mes de septiembre tuvieron lugar las primeras pruebas, aprobando 283 alumnos de un total de 497 presentados. Para el curso 1982-1983 se estableció que, en lugar de haber una convocatoria para las pruebas, hubiese dos (junio y septiembre). De esta forma se conseguía regular el flujo de alumnados graduados hacia el mercado de trabajo. Sin embargo, estas pruebas de acceso desaparecerían en 1983 con la Ley de Reforma Universitaria.

Durante los años ochenta comenzó a surgir una preocupación entre el profesorado sobre la formación del magisterio y la investigación dentro de las Escuelas Universitarias de Formación del Profesorado de E.G.B. Se comenzaron a solicitar a Universidad ayudas económicas para la realización de Tesis doctorales, memorias de licenciatura y trabajos de investigación postdoctoral y de cualquier otra clase científica o didáctica, así como el establecimiento de un organismo legal que regulase la investigación de ese profesorado. En relación a la formación docente, se realizaron reuniones con el fin de que las Escuelas Universitarias pasasen a ser Facultades de Ciencias de la Educación. Esta reforma del magisterio daría lugar a diferentes especialidades.

En 1991 tuvo lugar una reunión instituciones de Escuelas de Magisterio del Estado celebrada en la Universidad Complutense (Madrid) en la que estuvieron representadas 46 Escuelas Universitarias de Magisterio estatales para elevar una serie de propuestas a los órganos competentes. Entre ellas se establecía la creación de Centros Superiores de Formación del Profesorado que, según las peculiaridades de cada Universidad, organizarían, dirigirían, coordinarían y gestionarían las siguientes titulaciones: títulos de Maestro, títulos profesiones de Especialización didáctica (para profesores de educación secundaria y formación profesional), títulos de carácter pedagógico, títulos de Doctor, formación continuada e Investigación interdisciplinar educativa.

El Decreto 156-1992, de 1 de septiembre, creó la Facultad de Ciencias de la Educación en la Universidad de Málaga, que implicó la unión de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de Educación General Básica y de la Sección de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras. Esta facultad ha sido desde entonces la responsable de la formación de profesores en Málaga, así como de la de pedagogos, educadores sociales y profesionales de la educación, en general.

El Real Decreto 1440/1991 de 30 de agosto, BOE de 11 de octubre, estableció el Título Oficial de Maestro y sus diversas especialidades. Las especialidades de magisterio quedaron aún más ramificadas dando lugar a las titulaciones de diplomado en Educación Infantil, Primaria, Educación Física, Lengua Extranjera, Musical, Especial y Audición y Lenguaje, llegando a Málaga estos planes en el curso 1993-1994.

La investigación sobre el antiguo edificio de la Escuela de Maestros continúa activa, por lo que próximamente se publicará en esta web una entrada que hable sobre el uso que se le ha dado desde que la formación de maestros pasó a la facultad de Ciencias de la Educación en Teatinos.

Pedro José Jiménez Calvo

Es diplomado en Magisterio. Cuenta con un Máster Universitario en Cambio Social y Profesiones Educativas, habiendo obtenido el premio extraordinario en dicha titulación. Ha catalogado el Fondo Histórico de Magisterio de Málaga mediante una beca Ícaro y obtuvo una de las “becas de iniciación a la investigación” que se enmarcan dentro del I Plan Propio de Investigación. Cursa estudios de Doctorado en Educación en la Universidad de Málaga y trabaja actualmente mediante un contrato de apoyo a la investigación en la Universidad de Málaga. Su tesis versa sobre el análisis de las memorias de prácticas del alumnado normalista en el primer tercio del siglo XX.