Estos fueron grupo escolar General Saro, Alfonso XIII y Virgen de Guadalupe

La educación en Úbeda durante el siglo XX comenzó a experimentar una serie de cambios, principalmente con la construcción de los primeros grupos escolares nacionales durante los años veinte. La situación educativa que vivía la ciudad era deficiente. Ya a comienzos del siglo XIX se establecía que las escuelas públicas se hallaban en un estado de decadencia y ruina, siendo el centro educativo principal el colegio de Santa Catalina, de la extinta Compañía de Jesús, y una escuela particular. Los maestros enseñaban, principalmente, a leer, escribir y nociones básicas de gramática. Las escuelas oficiales de niñas no existían, pero sí algunas particulares a las que asistían muy pocas alumnas que aprendían, principalmente, labores y toda clase de puntos (Almansa, 2011). En 1845 se fundó el Colegio de Humanidades de la Santísima Trinidad, donde los alumnos aprendían latín, castellano, griego, francés, psicología, geografía, física y química, religión y moral, etc. Esta escuela, cuyos profesores pertenecían a la orden de los Padres Escolapios, fue la que satisfizo las necesidades educativas de la ciudad durante la última mitad del siglo XIX. A finales de este siglo comenzaron a crearse otras escuelas primarias debido a que el número de ellas seguía siendo insuficiente para atender a los niños de la localidad.

La situación de las escuelas ubetenses no mejoró con el siglo XX, al contrario, ya que ante la escasez de escuelas elementales y de alumnos en la escuela superior, se decidió convertir esta última en una elemental y así aumentar el número de plazas en este nivel educativo. En 1905, los vecinos solicitaron al ayuntamiento ubetense destinar una partida presupuestaria al colegio femenino de las Hermanas Carmelitas para que pudiesen recibir enseñanza gratuita las niñas pobres y que, además, se ampliasen los estudios para que éstas pudiesen obtener el grado de maestras elementales. En 1906 se trasladaron al antiguo Palacio de los Condes de Guadiana, en régimen de alquiler, donde estuvieron hasta 1988. Actualmente este edificio alberga un hotel de cinco estrellas. En 1910 se volvió a solicitar al ayuntamiento que destinara dinero para fundar escuelas, por lo que éste solicito ayuda al Ministerio de Fomento para tal fin. Tal era la necesidad que en 1912 alquilaron algunos locales en la calle Trinidad para destinarlos a una escuela de primera enseñanza. En ese mismo año, el consistorio accedió a fundar una escuela de párvulos dirigida por las hermanas de San Vicente de Paul como propuesta del Círculo Católico de Obreros; así como una escuela de adultos por petición de la profesora María Jesús Carmona Barragán. Diez años después de que se creasen las Escuelas de la Trinidad, el concejal Francisco Ruiz Peña decidió visitarlas ante la sospecha de que los profesores no desempeñaban correctamente su labor. Sospecha que se vio ratificada por el director quien le informó de que ya habían sido sustituidos. Esta situación tuvo cierta repercusión, llegando a aparecer en la prensa y creando un debate en torno al elevado gasto en el profesorado en relación con el número de alumnos, por lo que decidió crearse una junta local de primera enseñanza (Almansa, 2011).

Esta junta fue la encargada de la construcción de los tres primeros grupos escolares nacionales de Úbeda, aunque tal empresa no podría haberse llevado a cabo sin las gestiones realizadas por el general Leopoldo de Saro y Marín como intermediario ante el gobierno de España. Esto supuso una «inserción del modelo educativo y en cierto modo ‘mixto’ que se llevó a cabo en el reinado de Alfonso XIII frente a los planes educativos […] que presentaba la Iglesia Católica en sus diversos colegios de órdenes y congregaciones», teniendo estos planes una importante y considerable presencia en Úbeda (Lorite, 2014, pp. 31-32). En 1924, y en un primer momento, el ayuntamiento acordó que se construyesen dos grupos escolares, uno en El Alcázar y otro en El Cristo del Gallo, y que ambos estuviesen constituidos por tres secciones para niños y tres para niñas. Además, el consistorio acordó contribuir a estas construcciones con la concesión de los solares y las piedras necesarias para ello. Al final, el ayuntamiento terminó cediendo el solar ubicado en la Explanada y comprando los otros dos. No fue hasta junio de 1925 cuando se adjudicó «definitivamente la ejecución de las obras con destino a las escuelas graduadas de Úbeda» (Diario La Provincia, citado en Almansa, 2011, p. 396).

Estos colegios fueron construidos «por la Oficina Técnica de Construcciones Escolares dirigida en Madrid por [el arquitecto] Antonio Flórez Urdapilleta» (Quesada-García, y Ruiz, 2012, p. 238), aunque también participaron en dicha labor Fernando Forcé (contratista), Juan Moreno y Miguel Campos Ruiz (maestros de Úbeda). Los tres colegios fueron construidos de la misma forma, es decir, son construcciones idénticas elaboradas con piedra y ladrillo. Pero no solo coinciden en los materiales utilizados para su construcción, sino también en su distribución interior, ya que los tres constan de dos pisos, y tres pabellones: el del centro de menor anchura y altura unía los dos pabellones de los extremos que eran más grandes destinándose uno para las niñas y otro para los niños. El pabellón central estaba formado por «dos estancias centrales de tres vanos (una en cada piso) muy peculiares por ser dos habitaciones estrechas y alargadas con dos puertas interiores que daban a los dos pabellones», y esto era así «por cuestiones prácticas» (Lorite, 2014, p. 33), en otras palabras, para evitar que los niños y las niñas se juntasen. Esto también lo podemos ver en el gimnasio, un espacio que era utilizado por los dos géneros, pero que, dependiendo de quién lo utilizaba, se cerraba la puerta del pabellón contrario. En el plano noble se encontraban los despachos y estancias de los profesores y eran utilizados como un punto de control de ambos pabellones. En este plano también había tres aulas, mientras que en el plano rústico, donde se encontraba el gimnasio, había otras tres, siendo ambos pabellones muy espaciosos y luminosos, al contar con grandes cristaleras. En definitiva, estos centros educativos, al final, acababan funcionando como dos colegios en uno, y eran «un verdadero gesto de modernidad y utilidad arquitectónica, no sólo en su belleza exterior basado en un neo eclecticismo típico de comienzos del siglo XX, sino en la propia distribución interior» (Lorite, 2014, p. 33).

En 1927, se acordó denominar al colegio situado en El Alcázar como General Saro, al ubicado en El Cristo del Gallo como Alfonso XIII, y al de la Explanada como Virgen de Guadalupe. Sin embargo, en la actualidad, solo sigue funcionando como centro educativo uno de estos tres centros: el colegio de la Explanada cuyo nombre actual es CEIP Sebastián de Córdoba, en honor a un poeta ubetense de la Edad Moderna. El colegio del Alcázar fue convertido en viviendas sociales, mientras que el del Cristo del Gallo fue derruido, aunque en el franquismo aún existía y adoptó el nombre de General Franco «Explanada II«. Todos estos colegios se encontraban, en ese periodo, en la periferia de la ciudad y en barrios decaídos, aunque en la actualidad, el CEIP Sebastián de Córdoba se encuentra en el centro neurálgico de la ciudad. Este colegio aún conserva restos del azulejo donde se podía leer el primer nombre (Virgen de Guadalupe), pues con el franquismo fue renombrado como General Franco «La Explanada«, del cual también se conserva la placa.

Bibliografía recomendada

María Dolores Molina Poveda

Es graduada en Educación Infantil (2015) con un Máster Universitario en Cambio Social y Profesiones Educativas (2016). Actualmente está cursando los estudios de Doctorado en Educación en la Universidad de Málaga. Su tesis doctoral trata sobre la educación vista a través del NO-DO (1943-1981) y sus principales líneas de investigación son el uso crítico de imágenes (fijas y en movimiento) como fuente y como objeto de estudio en Historia de la Educación, centrándose especialmente en cómo mostraba NO-DO las actividades educativas formales y no formales. Asimismo, junto a este medio propagandístico, estudia otras fuentes de diversa índole que aportan perspectivas distintas al estudio de la historia de la política educativa y de la cultura escolar. Es miembro de la Sociedad Española de Historia de la Educación (SEDHE).